AUTOESTIMA (1)

Durante el 1er trimestre estuvimos trabajando la autoestima en el colegio. Aquí y en futuros post, recogeremos unas breves reflexiones dirigidas a las familias sobre qué es la autoestima y como favorecer un desarrollo sano y realista de la misma.

Al hablar de autoestima frecuentemente se puede caer en el error de pensar que ésta consiste meramente en «quererse a uno mismo», «sentirse bien con uno mismo»… Una definición correcta de la autoestima sana sería la que la relaciona con el éxito que tenemos en las acciones que emprendemos así como con las expectativas que previamente nos formulamos. En este sentido, la autoestima no solo consistiría en «sentirnos bien» sino también en «hacerlo bien».

Desde esta perspectiva, resulta necesario reflexionar sobre qué sucede antes, ¿sentirse bien o hacer bien las cosas que nos proponemos? Parece aceptado por la comunidad científica que el sentimiento de autoestima en particular, y la felicidad en general, se desarrollan como efectos secundarios: de superar los problemas, de realizar las tareas con éxito, de vencer la frustración y el aburrimiento, y de triunfar. El sentimiento de autoestima es un subproducto de «hacerlo bien». Y una vez que la autoestima se ha asentado en el niño, esta provoca nuevos éxitos. Las tareas fluyen con facilidad, las dificultades se desechan, y los demás niños parecen más receptivos. No hay duda de que un  sentimiento de elevada autoestima constituye un estado placentero, pero tratar de lograr directamente la parte de la autoestima consistente en «sentirse bien», sin haber aprendido primero a tratar con el mundo (con los éxitos y los fracasos, con el esfuerzo y la autosuperación), confunde profundamente el medio con el fin.

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